„El flamenco nació del encuentro de distintas culturas” − entrevista a la bailaora Zsófia Pirók
E-STUDIO sorozatunkban ezúttal a KultúrTapas Spanyol Klub első vendégével, Pirók Zsófia flamenco-táncművésszel olvashattok spanyol nyelvű interjút. A beszélgetésből kiderül, milyen volt Zsófi első találkozása a híres andalúz akcentussal, milyenek egy országos flamenco-turné előkészületei, és még a kulisszák mögé is bekukucskálhatunk!
Si te parece bien, empecemos con la actualidad: hace apenas 2 semanas que terminaste la gira “Suspiros” en la Sala Marczi de Budapest, ¿cómo lo evalúas?
Sí, esa fue la última función programada para este año y aún no sabemos si seguiremos con la gira, pero la intención es organizar una gira por Europa así que espero que aún no se haya terminado del todo. Para mí ha sido una experiencia maravillosa. Un año muy intenso tanto físicamente como de organización. Aprendí muchísimo de ambos aspectos, porque imagínate que la obra dura 70 minutos y yo bailo aproximadamente 60 sobre el escenario y tengo que estar allí con toda mi energía y alma todo el tiempo.
Una gira significa que por la mañana viajas en el autobús, llegas al teatro, montas la iluminación, el sonido y todo lo demás, porque cada teatro es distinto, luego ensayas, y después espectáculo, recoger todo, otra vez autobús, duermes 6 horas, y al día siguiente otra vez todo desde el principio… o sea es duro pero muy interesante, no obstante, terminas acostumbrándote. Y después la otra parte que es la organización. Es difícil imaginar la cantidad de trabajo y esfuerzo que se requiere si no es una tarea que se haya acometido antes. Son todas las tareas que realiza un manager, pero como aún no tenemos, lo hacemos todo como negocio familiar.
Se sabe que tu madre, Andrea Lippai también es bailaora. Aparte de los lazos obvios que esto supone, ¿te inspiras en la obra de tu madre profesionalmente hablando?
Por supuesto. Yo aprendí desde muy chica al lado de ella. La acompañé a todos sus espectáculos, la vi en casa ensayando, preparándose, maquillándose (sonríe), vi todos los procesos de montaje de sus obras, o sea yo nací dentro de este arte y para mí nunca fue extraño sino todo lo contrario. Pero también te digo que nosotras tenemos un estilo muy distinto y mi manera de crear – también supongo que será por los años pasados en Sevilla – es diferente. Ella siempre me ofrece su crítica y sus consejos pero yo no siempre los acepto. (sonríe) Pero sí, ella es una persona increíblemente creativa y es a ella a quien primero pregunto cuando necesito ayuda u opinión.
¿Por cierto, sueles ver los videos que se graban de tus funciones?
Sí, obviamente. De los videos se aprende muchísimo. Y lo mejor de una gira es que puedes comparar un espectáculo con el otro. También te digo que suelo esperar una semana para no tener mis sensaciones y recuerdos tan presentes y poder verlo como si fuera una del público y poder valorarlo no desde mi punto de vista sino desde el punto de vista del espectador.
¿Cómo llega alguien desde Hungría hasta el Conservatorio Profesional de Danza de Sevilla?
Ya te digo, Andrea Lippai, mi madre, es la fundadora de FlamenCorazonArte Teatro de Danza, la primera compañía que presentó obras de teatro de danza aquí en Hungría. Yo desde los 12 años cada lunes-miércoles y viernes asistí a sus clases de flamenco y después pasé a formar parte de su compañía. A mí nunca se me ocurrió la idea de poder ser bailaora profesional hasta que mi madre invitó a su amiga de Sevilla, Carmen Segura, para dar un cursillo y Carmen se fijó en mí.
Ella nos dijo que existía la posibilidad de formarme en Sevilla, en el conservatorio de danza, que ofrecía una enseñanza amplia, y al terminar conseguías una titulación oficial, pero que era duro y constaba de seis cursos además de un examen de acceso. Desde ese momento, eso se convirtió en mi meta. Terminé mis dos últimos años del instituto en uno solo como alumna autodidacta, practiqué mucho, superé el examen de acceso e ingresé directamente al tercer curso en Sevilla.
¿Qué clase de experiencia fue llegar a un ambiente tan español? ¿Qué dificultades supuso? Siendo la primera diplomada extranjera de flamenco, debía de ser una situación especial tanto para ti como para los locales.
Fue muy muy muy especial para todo el mundo. Para mí sobre todo por el idioma puesto que yo me podía expresar pero no entendía mucho de lo que hablaban los demás. Hablaban rápido y con acento, que para una que está acostumbrada a escuchar a la profesora en el Instituto hablando todo correctamente y bien pronunciado es un gran obstáculo. Después, acostumbrarme a las “reglas” de allí. Allí no teníamos timbre que señalara el final de la clase, tuteábamos a los profesores, las clases empezaban a las 9 o 9 y media pero terminaban a veces a las 16.
Y claro, los temas de los que hablaban mis compañeros entre ellos….los típicos de los adolescentes, yo no los conocía en absoluto, con lo cual no entendía sus chistes, nada. Además, recuerdo que en una de las clases había alumnos que comprendían edades desde los catorce a los veinte años…, o sea el primer año para mí fue como la mili (sonríe) porque por las tardes trabajaba en una tienda de souvenirs para poder pagar todos mis gastos, puesto que mis padres no me podían apoyar. Pero en cuanto aprendí a hablar y entender a más velocidad, conseguí integrarme y ya TODO cambió. Hoy en día mis profesores me siguen en Facebook y están orgullosos de haber tenido una alumna extranjera, y preguntan por mí, y yo mantengo contacto con mis compañeros.
Como bailaora húngara ¿cómo te acercas al flamenco? ¿Tiene importancia que eres húngara? o ¿sigues cultivando exclusivamente la tradición aprendida en el Conservatorio? ¿Se puede hablar de una “escuela” a la que pertececes?
No pretendo para nada representar la tradición auténtica andaluza aquí en Hungría porque sería un poco absurdo para mí. Muchos dicen que parezco una mujer de la Triana más que a una de Solymár, pero yo soy húngara hasta los huesos y estoy muy orgullosa de eso, y no quiero copiar ni imitar. Pero hay una cosa muy importante: sin aprender realmente las raíces del flamenco, sin asimilar la técnica, sin entender la esencia, sin saber comunicar con los músicos en el escenario, sin ser humilde hacia la tradición, no se puede. Desde mi punto de vista, primero hay que aprender la tradición para tener una base muy fuerte sobre la que tú ya puedes construir el castillo que te imaginas, el estilo que tú piensas crear. Sin eso, todo lo que hagas parecerá una mentira, una imitación falsa y forzada.
La pena es que en sitios donde no haya mucho conocimiento del flamenco, se vende todo, pero yo pienso que hay que ser humilde, y para opinar, primero hay que aprender y luego poner algo sobre la mesa. Después yo, siendo húngara, no me siento rara en ese ambiente porque el arte es un lenguaje universal, y para mí el flamenco es mi forma de expresarme, pero eso no significa que me quiera convertir en española.
Un arte poética distinta
Es obvio que con mi trabajo hago una publicidad importante para la cultura andaluza en Hungría, pero siempre me gusta subrayar que el arte flamenco nació del encuentro de distintas culturas, religiones, ritmos, melodías, historias… y ese proceso todavía no se ha terminado. El flamenco es algo vivo que sigue fluyendo, y justo por eso me encanta, porque siento que para mí también tenía un cachito que es solo mío, y yo también con mi arte puedo dar mucho a la gente y llevar, aquí en Hungría, el Flamenco a personas que, de no ser por mi labor, jamás podrían conocerlo. Por otro lado, también es inevitable y tampoco quiero ocultar que la técnica clásica que yo traigo de mi madre y todos los estilos que yo he aprendido se mezclan en mi baile y se ven, o sea, yo nunca voy a parecer una gitana bailando, pero tampoco es lo que quiero.
En tu espectáculo titulado “Suspiros”, se escucha también una canción húngara. ¿En qué grado pretendes mezclar la tradición húngara de baile y de música con el flamenco? ¿Es una posible vía para el futuro? ¿O te parece más importante dar a conocer el verdadero flamenco andaluz en Hungría?
Tenemos proyectos muy interesantes en cuanto a este tema para el futuro, pero aún no los quiero compartir. En mi espectáculo la canción que se escucha es una composición de Edina Mókus Szirtes, una persona esencial en este espectáculo. La canción se escucha porque yo a ella quería darle un solo y porque pienso que el violín como instrumento también puede llorar, puede respirar. Esa escena también representa un suspiro, pero en sentido más abstracto. Durante todo el tiempo se escuchan la guitarra, la voz, la percusión, y en ese momento nada solo ella y su violín. Luego Mókus en su música es muy flamenca, su arte y su manera de pensar me encantan porque son algo tan tan suyo, propio, que no se puede etiquetar con nada, que justo es lo que yo buscaba. Ella representa algo que soy yo: que vengo de Hungría con toda mi tradición, pero me conecto con el flamenco.
¿Cómo se ha organizado la gira de “Suspiros”? ¿Qué lugares habéis recorrido?
Como te he dicho, una gira así como la nuestra requiere un tiempo largo de preparación previa, como medio año. La gira tuvo 3 fases. En la primera 7 espectáculos en 2 semanas, en la segunda 3 espectáculo en 5 días, y ahora en octubre hicimos la última. Hemos recorrido sitios maravillosos como por ejemplo: Győr (XI. Festival de Danza de Hungría), Pécs (Barrio Cultural Zsolnay), Miskolc (Casa de las Artes), Keszthely (Teatro de Balaton), Budafok (Festival de Primavera), Zalaegerszeg (Auditorio Municipal), dentro de la programación del Carnaval del Danubio hemos presentado escenas del espectáculo en el Teatro Erkel y en Pesti Vigadó, y por supuesto, la programación del Teatro Nacional de la Danza en Budapest.
“Suspiros” es un espectáculo que se divide en 6 escenas, y para ellas se emplean 6 vestidos diferentes. Para el hombre de la calle, cambiarse 6 veces en 90 minutos sería un desafío en sí. Revélanos algo sobre lo que pasa entre bastidores.
Ofu! Eso es mejor que no se sepa (sonríe). A pesar de que ya ha surgido la idea de que deberíamos grabar lo que pasa detrás del telón y después del espectáculo como en el cine, cuando salen los errores. Pero lo que pasa es que yo intento ser diferente en cada escena, y traer diferentes ambientes. Para eso ayudan mucho los vestidos. La tela, el corte, el color…
Si lo piensas un poco: uno es ligero y vuela, otro es pesado y tradicional, alguno es elegante y me hace parecer una princesa, pero luego en otro más parezco una vieja furiosa (se ríe). ¡No! Es broma, pero en serio los vestidos están elegidos conscientemente. Y que pasa entre escenas detrás del bastidor? ¡Mucho corrrer!
¿Cómo se compone un espectáculo semejante? Nos interesa todo desde la selección o la preparación de los vestidos hasta la elección de la materia y la banda musical.
La preparación previa suele ser muy larga. Te influye la vida y vas coleccionando ideas. Yo soy de las personas que si me surge algo en la cabeza, lo apunto, y cuando siento que ya tengo un cúmulo de cosas en la cabeza que son estructurales en una obra con sentido completo, cuando ya siento la necesidad de contar algo, para mí es como el momento de la concepción. Y, a partir de, entonces empieza la creación, los meses del “embarazo”. Es un tiempo duro, porque te asaltan dudas, a veces sientes que el resultado será horroroso porque nada te gusta, pero es normal.
A mí me entusiasma mucho este proceso. Contaros todo, con todos los detalles, como se crea una obra, sería bastante largo, y además sería una tontería porque cada artista crea de manera distinta, pero como secreto puedo compartir el orden: sentimientos, ideas, pensamientos, investigación, estructura, montaje, ensayo, grabar, mejorar, y volver a ensayar. Y al final, cuando piensas que todo está listo… pues, ¡no lo está!